CAMINO NATURAL DEL EBRO GR-99
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El Ministerio de Medio Ambiente y Medio
Rural y Marino y la Confederación Hidrográfica del Ebro auspician, a
propuesta de la Federación Española de Montaña y Escalada (FEDME), la
elaboración de un proyecto senderístico, coordinado y redactado entre
todas las Federaciones Autonómicas de Montaña que tienen al Ebro como
referente geográfico: Cantabria, Castilla–León, País Vasco, La Rioja,
Navarra, Aragón y Cataluña.
Este largo sendero balizado consta de 42
etapas, recorre más de 1.200 km y se ha convenido en llamar: CAMINO NATURAL DEL EBRO GR 99.
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Vuelos virtuales por el GR 99 en 3D
El vuelo virtual 3D
por el GR 99 - Camino del Ebro permite sobrevolar el trazado de las
diferentes etapas y sus variantes de una manera sencilla y realista. El
escenario 3d de simulación cartográfica recrea en relieve con la mayor
calidad disponible el territorio por el que discurre el camino del Ebro
mediante el uso de ortofotos de alta resolución y un detallado modelo
del terreno.También se facilita el acceso a toda la información
contenida en esta página web (puntos de interés, paneles de información,
inicios y finales de etapa) así como a otra información relativa al
entorno del GR 99. Además de sobrevolar el territorio y acceder a la
información contenida en él, la aplicación posée útiles herramientas
como son entre otras la medición de áreas, distancias y perfiles, el
acceso por coordenadas y la captura de imágenes del vuelo.
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Para visualizar el vuelo virtual 3D debe instalar el visualizador gratuito de Geoshow 3D.
Descargar visualilzador
GeoShow3D Lite es el visor
gratuito de escenarios 3D para poder volar
desde Internet. Contiene Manual del
Usuario y Tutorial. Recomendamos ver al
menos el Tutorial para conocer mejor sus
conceptos básicos.
Para poder utilizar este software es
necesario disponer de escenarios sobre
los que poder volar. En la sección
se encuentran varios ejemplos de pequeños
escenarios comprimidos que se pueden
descargar libremente.
El
tutorial y el manual están incluidos en la
versión de descarga de GeoShow3D Lite,
aunque también se pueden descargar de manera
independiente. Manual Español
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Puede acceder directamente a las vistas guiadas y recorrer de
manera automática a diferentes tramos del GR 99 - Camino del Ebro
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Camino Natural del Ebro GR-99
Ebro, el río
Ante la imagen de un mapa
físico peninsular, el triángulo de la depresión del Ebro destaca
–inconfundible para cualquier escolar– sobre la práctica totalidad del
cuadrante nororiental. Su ascendiente planea, incluso, sobre toda la
costa levantina, pues es la única gran corriente fluvial de la vertiente
mediterránea, frente al resto de arterias peninsulares de similar
entidad –Tajo, Duero, Guadiana y Guadalquivir– que fluyen hacia el
océano. 930 km de recorrido convierten al Ebro en el segundo río más
largo de la Península Ibérica, después del Tajo, aunque su disposición
en el interior de un valle amplio y bien definido por cadenas montañosas
le permite vertebrar más de 85.000 km², constituyendo así la cuenca más
compleja, extensa y caudalosa del territorio.
Seleccione una etapa:
Esa cuenca triangular está
nítidamente enmarcada por los Pirineos, al norte y en dirección
oeste-este; el Sistema Ibérico, por la margen derecha, en dirección
noroeste-sureste; la cordillera Cantábrica, en el ángulo noroeste; y la
cadena Costero Catalana, al este y en paralelo al litoral. Son montañas
de relieves enérgicos que elevan la divisoria de aguas hasta la media de
los 2.000 m de altitud.
En Fontibre, donde se sitúan las
fuentes kársticas del Ebro, afloran las aguas de origen montano que ha
recogido previamente el río Híjar. Poco después, en Reinosa, se suma el
Izarilla por la margen orográfica derecha. Hasta el desfiladero de las
Conchas de Haro, continúa recibiendo los caudales del Rudrón, el Oca y
el Oroncillo, por la derecha, y del Nela, el Jerea, el Omecillo, el
Bayas y el Zadorra, por la izquierda. Una vez en la depresión central,
donde alcanza la madurez e inicia su divagar entre somontanos, muelas y
otros valles, los principales aportes descienden del norte: Linares,
Ega, Aragón, Arba y Gállego. En la margen derecha se suceden los
afluentes Tirón, Najerilla, Daroca, Iregua, Leza, Cidacos, Alhama,
Queiles, Huecha, Jalón, Huerva, los modestos Ginel y Lopín y el Aguas
Vivas.
Antes de que el Ebro vuelva a encajarse en las últimas
sierras prelitorales, recoge aguas del Martín, Regallo, Guadalope y
Matarraña, por la derecha, y del sistema Cinca-Segre, por la izquierda.
Estos dos afluentes, los más caudalosos de la cuenca, se unen justo
antes de llegar al Ebro, en el conocido Aiguabarreig, lugar que mezcla
aguas, tierras y culturas. Cerca del mar los cursos fluviales
tributarios son de escasa entidad. Las características del reborde
montañoso van a determinar también la variabilidad climática de la
cuenca, una litología diversa y el complejo régimen hídrico que nutre al
gran río, aspectos que, a la postre, condicionan la biodiversidad que
acoge en su seno. El clima transita entre las influencias atlántica y
mediterránea, si bien el cinturón de montes retiene ambas y potencia
valores continentales. Suaves temperaturas y abundancia de lluvias,
repartidas durante casi todo el año, provienen del norte oceánico y se
extienden por el curso alto del Ebro, alcanzando la parte septentrional
de la Ibérica y la mitad oeste de los Pirineos. En este último caso, las
altas cumbres imponen el clima de montaña. En el otro extremo, la
Cadena Costero Catalana frena también las bondades procedentes del
Mediterráneo, sólo interrumpidas por gotas frías y sequías veraniegas.
Frente a estos climas templados, el centro de la cubeta sufre un
descenso drástico de precipitaciones y el duro contraste entre inviernos
rigurosos y canículas estivales. A grandes rasgos, se trata de un clima
seco, de tipo mediterráneo continentalizado, en el que la fuerte
evotranspiración incide en la aridez del suelo, las nieblas invernales
reducen la insolación y aumentan la sensación de frío y la inestabilidad
equinoccial se caracteriza por la aparición, desde el norte, del
cierzo.
La litología va unida a la historia geológica de la
cuenca. Ésta comenzó a gestarse hace unos 65 millones de años –finales
del Secundario o Mesozoico y principios del Terciario– como consecuencia
de la orogenia Alpina. El choque de las placas africana y europea
provocó importantes plegamientos de rocas y la formación de las montañas
que acompañan al Ebro. El contrapunto de los Pirineos y del Sistema
Ibérico, izados sobre sendas fosas marinas, fue la formación de la
cubeta del Ebro. Esa depresión se rellenó con un mar que pronto derivó
en un enorme lago salino. La apertura de un pasillo en las sierras
costero catalanas produjo su vaciado y el establecimiento de la red
fluvial que viene actuando durante el Cuaternario. En ella, fue esencial
el papel de las glaciaciones, que acarrearon fuertes oscilaciones en el
nivel del mar y, en consecuencia, afectaron al desnivel entre cabeceras
y zonas de desagüe. De este modo, el final de la Edad de Hielo produjo
la formación del delta.
A causa de esa tectónica y de los
posteriores procesos erosivos, afloran variados tipos de rocas.
Areniscas, margas, conglomerados, arenas y calizas mesozoicas
(fundamentalmente del Cretácico y Jurásico) constituyen la base del
tramo alto del Ebro, a veces encajado de forma espectacular. En la
depresión terciaria pasa a instalarse sobre un lecho de arcillas, arenas
y rocas evaporíticas (yesos, sales sódicas y potásicas), combinadas con
capas más resistentes de calizas, areniscas y conglomerados. Los
terrenos calcáreos mesozoicos dominan en la Cadena Costero Catalana,
tras la que vuelven a aparecer los materiales detríticos del Terciario y
Cuaternario. La litología del resto de la cuenca incluye también rocas
metamórficas y eruptivas de la Era Primaria o Paleozoico en los
diferentes macizos montañosos.
Una disposición morfoestructral de
tal complejidad provoca que el régimen hídrico del Ebro sea también el
más complejo del conjunto de arterias peninsulares. Sus aportes abarcan
un buen número de tipos, desde el nival puro a los diversos regímenes
pluviales, tanto mediterráneos como atlánticos, pasando por sus posibles
combinaciones. De este modo, pese a su condición de río mediterráneo,
su comportamiento en Tortosa es similar a los grandes ríos pirenaicos de
la vertiente francesa.
La magnitud de la cuenca descrita permite
la sucesión y solapamiento de múltiples ambientes y escenarios naturales
(desde la alta montaña al mar, a través de los desiertos de Bardenas y
Monegros). Atendiendo sólo al río Ebro, los más de 900 km de cauce
principal atrapan una biodiversidad difícil de igualar, pese a las
importantes intervenciones humanas que han modificado su estado y
dinámica naturales.
Del manto vegetal que acompaña su discurrir,
chopos, álamos blancos y sauces constituyen la tríada básica de los
sotos o bosques de ribera. En una orla más exterior, olmos y, en primera
línea, aneas, espadañas, carrizos, juncos y tamarices, colonizando
terrenos encharcados y playas de grava. Fresnos, trepadoras, saúcos,
rosales silvestres, zarzamoras o diversos arbustos del género
Salix
acaban definiendo una selva de sentidos. En la actualidad, estos
refugios de flora y fauna silvestres aparecen aislados a lo largo del
Ebro, sombreando orillas, islas y brazos de río abandonados, las
características madres o galachos de su tramo medio.
Más allá del albero del río, el valle diversifica su manto, atendiendo a variaciones de clima y suelo. La familia de
Quercus
formada por encinas, quejigos y melojos se reparte montes y laderas del
tramo superior, según sean la composición del suelo y los grados de
insolación y humedad. También están presentes las hayas y otras
caducifolias del bosque mixto (avellanos, álamos temblones, arces,
serbales, etc.). Los pinares acompañan el decurso del río hacia el
Mediterráneo. A las especies de pinos más comunes, silvestres, carrascos
y piñoneros, se añaden coscojas, lentiscos, espino negro, romeros,
aliagas, gayubas, tomillos, lastones..., incluso enebros y sabinas,
plantas, arbustos o árboles de escaso porte que tapizan el monte bajo
cuando el bosque ha desaparecido.
Ebro, el Camino Natural
Queda la estepa como tercer gran
ecosistema. Sus peculiaridades constituyen uno de los mayores atractivos
y tesoros del valle del Ebro. Son tierras yesosas y salitrosas, apenas
cubiertas por sisallos, ontinas, retamas, estipas, espartos, asnallos,
albadas, efedras y jarillas, entre otras especies, que acogen plantas
raras o endemismos como el asprón, el tomillo sanjuanero, la al-arba (
Krascheninnikovia ceratoides) o la
Riella helicophylla,
un alga de las saladas. La mayor parte de la fauna ibérica está
representada en este corredor con emblemáticas especies de aves y
mamíferos, tanto de interior como costeras, y con un excepcional
capítulo de invertebrados, sobre todo de ámbito estepario. La
trascendencia paisajística y medioambiental del Ebro, simplemente
acariciada en las páginas anteriores, tiene su parangón en la dimensión
antropológica que el río ha alcanzado desde tiempos remotos. El Camino
Natural trenza ambos mundos, el natural y el cultural, el río y sus
biotopos y la experiencia, genuinamente humana, de idear y recorrer un
camino.
Ibero o
Hiberus fue el hidrónimo
recogido por los antiguos informadores griegos y romanos, tal vez una
trascripción de la palabra indígena “río” que acabó dando nombre a toda
una península del occidente europeo y, por extensión, a sus habitantes.
Los procesos de aculturación que acarreó la colonización mercantil y la
conquista militar señalan un itinerario de remonte, aguas arriba. A
cambio, esa exploración del terreno transportó, aguas abajo, un
conocimiento útil para acometer nuevas empresas. Por estas fechas
(siglos VII a I a. C.) el Ebro era ya un espacio profundamente
humanizado. A sus orillas se asomaban pueblos ibéricos (sedetanos,
ilergetes e ilercavones), celtas (berones y los propios celtas de iberia
o celtíberos) y pueblos de difícil filiación, indoeuropea o no
(cántabros, turmogos, autrigones y vascones).
El hallazgo de piezas arqueológicas que parecen personificar a un
Flumen Hiberus
divinizado (fragmento escultórico del siglo II; Museu Nacional
Arqueológic de Tarragona) sugieren la consideración del Ebro como lugar
antropológico: el río, un espacio dinámico, convertido en referencia de
multitud de gentes, dentro de una extensa porción de tierra.
Personas,
ideas y objetos fluyeron en doble dirección. Gráficamente, la imagen de
esta movilidad es la de un Ebro navegable, jalonado por los puertos de
Vareia (Logroño),
Caesaraugusta (Zaragoza) y
Dertosa
(Tortosa). El siglo XX todavía ha contemplado el trajín de almadías y
otras naves de pesca y transporte. Los últimos representantes de esta
navegación tradicional perviven en el delta, mientras que piraguas y
embarcaciones de recreo constituyen la réplica contemporánea.
De
estos caminos longitudinales parten otros divergentes. La red de
calzadas romanas que se adentraban por los valles y se extendían por
todos los rincones de Hispania son uno de sus reflejos más antiguos.
Reutilizaban viejas vías y servirían de base para otras por venir. Los
puentes señalan esa misma divergencia –son muchos y de muchas épocas los
que cruzan el Ebro– y otro tanto hacen las barcas de paso, de las que
aún sobreviven unos pocos ejemplos. Pero quizá sean diques, azudes,
canalizaciones y presas las infraestructuras que más inciden en la idea
de separación, en esta ocasión, entre el comportamiento libre del río y
el artificio humano que intenta dirigirlo, reencauzarlo. Estas
construcciones han contribuido al desarrollo socioeconómico del valle,
haciendo del Ebro uno de los ríos más industriosos de la Península.
Molinos, batanes, norias, centrales eléctricas, fábricas,
potabilizadoras, depuradoras..., son algunas de las instalaciones
artesano-fabriles obligadas a establecer un diálogo permanente con el
río. Por último, los caminos son también convergentes: los propios
afluentes que descienden abriendo valles; las cabañeras que bajan de la
montaña al llano; o todos los ramales del Camino de Santiago que
confluyen en el Ebro, para remontar sus aguas y llegar a Compostela y
allí donde antiguamente finalizaba el mundo conocido. Este camino
espiritual ha generado piezas de patrimonio excepcionales, como el
románico que expandió durante su apogeo medieval; y guarda en el Pilar
de Zaragoza, a orillas del Ebro, uno de sus mitos fundacionales.
Estos
caminos naturales, económicos y espirituales, arcaicos, en cualquier
caso, son traducciones de la propia corriente fluvial. El Camino Natural
es la versión actual de todos ellos y su heredero.
En su
recorrido, además de la hermosa metáfora sobre la vida y la regeneración
–la permanencia en el cambio–, que evoca cualquier río, el Camino
Natural del Ebro GR 99 depara el hallazgo de un auténtico demiurgo, el
flujo organizador de todo este universo plural y emocionante.
Enlaces de interés
Camino Natural del Ebro. GR-99 Folleto
EL EBRO EN PROFUNDIDAD
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recorrido y los puntos de interés de cada etapa, válido para consulta,
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